Ansiedad.
Me cuesta respirar. Todo es insuficiente. Todo es nada. Pierdo más y más tiempo, pero no hay nada que pueda hacer que lo evite.
Salgo a caminar. No, no salgo. Quiero salir, pero no puedo. Me autocompadezco. Lloro y lloro. No hago otra cosa que llorar... Y VUELVES.
Eso lo explica todo: he vuelto a perder el control.
Tú me creas ansiedad. Hago un drama. Intento respirar profundamente, pero me quedo a mitad. No me concentro. Odio llorar porque hace que me duela más la cabeza... y nuevamente, no tengo forma de evitarlo.
Los mismos planes en mí carecen de sentido. Cuando apareces, dejo de ser lo que soy. Y me convierto en lo que represento para tí. Soy obsesiones, rutina, adicciones, falta de voluntad. Soy mi cuaderno rojo de Oracle. Me estoy ahogando.
Me desmorono, y ni siquiera estás aquí para verlo... No, no has vuelto, sólo has vuelto a juguetear con la idea de volver. Ahora que lo sé, respiro. Esta vez ni siquiera me ha dado tiempo a decepcionarme.
Haz lo que quieras.
Soy yo la que debe recuperar el control.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarme gusta mucho lo que escribes. Me hago seguidora vale? pate por mi blog! :)
ResponderEliminar