lunes, 20 de diciembre de 2010

Hoy Llueve, hoy Duele

Hay días en los que no se puede más. Me encantaría irme a la cama y despertarme dentro de 12 horas, con los músculos doloridos de la parálisis a los que los he sometido. Pero eso no va a ocurrir, de ninguna de las maneras. Soy una cínica: la noche es el mejor momento para trabajar, dormir para mí siempre ha sido puro trámite, lo que separa un día de otro.

Todo lo contrario: estaré en pie, quiera o no, en poco más de 6 horas, cuando la inspiración y las buenas intenciones dejen paso a sensaciones más mundanas. Adoro los momentos de éxtasis artístico, cuando me siento con las piernas cruzadas en el sofá y se me va el santo al cielo, y tengo la literal necesidad de salir a por un lienzo enorme, y llenarlo.
De lo que sea.

Pero son momentos, y pasan, y me planteo si algún día haré algo bueno de verdad, si todo el esfuerzo merece la pena, y me cuestiono, y cuestiono a los demás, y maldigo los estereotipos, y las clasificaciones, y los complejos de quien los crea, y los complejos que me crean. Y me río, porque recuerdo a mi amiga Laura, resignada, "qué difícil es ser pija en Bellas Artes", y me encanta que sea pija, y que le encante serlo.

Y dejo de divagar, siempre acabo haciéndolo.
Y me voy a la cama con la cabeza dando vueltas sin mi permiso, esperando que me eche una mano para que toda esta explosión emocional y física no se quede en nada. Y fuerza, dame fuerza.

miércoles, 27 de octubre de 2010

el ProbLema es Cuando te Da IguaL...

Reconciliándome con mi alma gracias a una confesión. Esos pequeños grandes detalles que me salvan la vida cada dos por tres, que, para alegría de mi ego, ponen todo en su sitio. Y siento alivio, porque la inquietante sensación de hacer las cosas mal, se agarra fuerte a mi cintura, bloqueándome el estómago, llevándome a una absurda lucha interna y eterna. Digo absurda, porque yo, contra mí, de un modo u otro siempre gano, es difícil desnudar a uno mismo y mirar. No entendemos fallos, no concebimos errores.

No solemos encajar bien los golpes... Y a veces, simplemente, no comprendemos. Me he dejado a tanta gente por el camino... A veces me da miedo pensar que me he vuelto fría, cómo no me puede importar. Quizá no sea el curso de la vida, como se suele decir, quizá se pueda ganar a eso que llamamos paso del tiempo, quizá sólo sea cuestión de empatía. Con esfuerzo, estas cosas no pasan. ¿O sí? Recuerdo las palabras de una amiga, "todo lo que requiere demasiado esfuerzo con una compensación agridulce, no merece la pena".

Creo firmemente que el problema llega cuando no hay problema, cuando te da igual. Entonces, no hay nada que resolver, porque ya estaba muerto tiempo atrás, y ni siquiera fueron necesarias despedidas.
Pero aparece el sentimiento de culpa, el pensar que soy yo quien está al revés. Vuelve la sensación de incomprensión. Y alguien te dice que no eres tú, que has hecho lo correcto, porque esa persona ya lo ha vivido. Y esa sonrisa de ánimo dice tantas cosas... y yo, con mi simpleza y mi cinismo, me tranquilizo, agradezco esa altruista empatía, y siento que todo encaja, y eso me vale.

Sencillamente.

viernes, 2 de julio de 2010

PerdienDo La Cabeza

Ansiedad.

Me cuesta respirar. Todo es insuficiente. Todo es nada. Pierdo más y más tiempo, pero no hay nada que pueda hacer que lo evite.

Salgo a caminar. No, no salgo. Quiero salir, pero no puedo. Me autocompadezco. Lloro y lloro. No hago otra cosa que llorar... Y VUELVES.

Eso lo explica todo: he vuelto a perder el control.

Tú me creas ansiedad. Hago un drama. Intento respirar profundamente, pero me quedo a mitad. No me concentro. Odio llorar porque hace que me duela más la cabeza... y nuevamente, no tengo forma de evitarlo.

Los mismos planes en mí carecen de sentido. Cuando apareces, dejo de ser lo que soy. Y me convierto en lo que represento para tí. Soy obsesiones, rutina, adicciones, falta de voluntad. Soy mi cuaderno rojo de Oracle. Me estoy ahogando.

Me desmorono, y ni siquiera estás aquí para verlo... No, no has vuelto, sólo has vuelto a juguetear con la idea de volver. Ahora que lo sé, respiro. Esta vez ni siquiera me ha dado tiempo a decepcionarme.

Haz lo que quieras.

Soy yo la que debe recuperar el control.

jueves, 1 de julio de 2010

VérTigo

Siempre hay un momento. Una persona, una mirada, una frase bien o mal interpretada, un pensamiento.

De repente, notas que algo ha cambiado. Y no sabes si será a mejor, o a peor; pero en este momento da lo mismo, porque algo ha cambiado. Yo, como yonkie confesa del dolor, vivo en permanente estado de alerta, desconfiando de eso que llaman felicidad. Levanto la vista y, mi mente, que va por libre, empieza a divagar, menuda novedad. Y observo otra vez, con otros ojos, los remiendos de mis lienzos, los toco, y encuentro esas dudas, esos recovecos de misterio en los que me suelo perder, y por enésima vez vuelvo a plantearme qué es la felicidad, ese estresante término que lo engloba todo, pero que no dice nada. Se ha echado a perder por mal uso; lo hemos corrompido y sobrevalorado. Es una ilusión, como la idea de libertad, como la existencia de Dios; algo inventado por nosotros y en lo que necesitamos creer para sentirnos más seguros. Y yo, que nunca he sabido mirar a largo plazo, que creo en los días, en los momentos, en las personas, y en las casualidades, que me niego a vivir de ilusiones, propongo mi palabra: vértigo.


Y durante un segundo, o quizá algo menos, siento que puedo ser capaz de cualquier cosa. Mi inevitable bipolaridad va a acabar conmigo, lo sé, y mi eterna alma romántica sólo empeora mi locura, pero es que el vértigo que recorre el cuerpo, indicando que algo va a ocurrir, y que, durante unos momentos al menos, dice que nada va a ser como antes, es lo más parecido a la felicidad que podemos sentir, porque, simplemente, nos hace sentir vivos. Y vivos, somos inmensamente felices.

miércoles, 30 de junio de 2010

Yo tampoco sé vivir... estoy improvisando






















Sensaciones: experiencias inmediatas básicas, generadas por estímulos simples. La respuesta de los órganos de los sentidos frente a un estímulo.

Percepciones: interpretación de esas sensaciones, dándoles significado y organización. Implica también la actividad del cerebro.

Las personas nos rompemos continuamente, pendemos de un hilo, somos inexplicables, impredecibles e inevitables. Esto es resultado de lo que soy, de lo que siento. A veces creemos que nos ahogamos, pero sobrevivimos, a base de pasión, y conseguimos reconstruirnos, lamernos las heridas y volver a empezar. A menudo paramos para conseguir recuperar lo más puro, real o inocente que teníamos dentro. Para bien o para mal, nunca dejamos de sentir.
Mi lienzo está en calma, rajado de forma armoniosa, pero desesperadamente triste. Habla de impotencia, de frustaciones. Como las personas, está roto por todas partes. Es un puñado de remiendos, de superposiciones, de vuelta a empezar. Es un intento por estar bien; habla de una lucha interior.
Hace tiempo que dejé de desahogarme sobre las letras del teclado, supongo que porque soy incapaz de llevar una rutina, por mucho que la disfrute. Me alegro que aquí haya aparecido el chico de ojos verdes y su blog. A tí, gracias.
Yo sólo soy un puñado de nudos en el estómago, pero echaba de menos esto.

martes, 29 de junio de 2010

Y por eso, después de todo, le pedí que saliera a caminar conmigo. Quería estar sola, pero no sentirme sola.

El miedo a la soledad nos vuelve conformistas.